jueves, 6 de junio de 2013

Amor, poder y serenidad

.. Un laargo texto robado del grupo 11:11 Nueva Tierra de facebook.. No es para leerlo de un tiron, les aconsejo que lo lean de a poco, que vuelvan a leerlo un par de veces e incluso que tomen nota porque esta muyy sabroso, muy interesante y realmente para pensar(nos) y aplicar(lo)... y volverlo a leer cada tanto... Es largo pero profundamente revelador de nuestra naturaleza tan humana y falible...

Saludos, queridos amigos. Que Dios bendiga a cada uno de ustedes. Bendita sea esta hora.
Quisiera hablar de tres atributos divinos fundamentales: el amor, el poder y la serenidad, y de la manera en que se manifiestan en sus formas distorsionadas. En la persona sana estos tres principios trabajan lado a lado,en perfecta armonía, alternándose de acuerdo con la situación específica. Se complementan y se
fortalecen mutuamente. Hay cierta flexibilidad entre ellos de tal modo que ninguno de los tres puede contradecir o interferir con el otro.

Sin embargo, en la personalidad distorsionada se excluyen mutuamente. Uno contradice al otro creando conflictos. Esto sucede porque la persona inconscientemente escoge uno de estos atributos para usarlo como solución a los problemas de su vida.

Las actitudes de SUMISIÓN, de AGRESIVIDAD y de RETRAIMENTO son las Distorciones del AMOR, el PODER y la SERENIDAD

Ahora quisiera hablar detalladamente de cómo funcionan en la psique, cómo construyen una supuesta solución y cómo la actitud dominante crea patrones dogmáticos rígidos que posteriormente son incorporados en la imagen idealizada de uno mismo.

Cuando es niño, el ser humano se enfrenta con la desilusión, el desamparo y el rechazo—tanto reales como imaginarios. Estos sentimientos crean inseguridad y falta de confianza en uno mismo, lo cual la persona trata de superar desafortunadamente a menudo de manera equivocada. Con el fin de dominar las dificultades creadas, no sólo en la infancia sino más tarde en la edad adulta como resultado de adoptar soluciones erróneas, la gente se involucra cada vez más en un círculo vicioso. No se dan cuenta de que la "solución" que escogen les trae problemas y desilusiones, y tratan cada vez más afanosamente de llevar a cabo eso que creen que es la solución. Mientras menos logran su objetivo, más dudan de sí mismos; y mientras más dudan de sí mismos, más se afanan en su solución equivocada.

AMOR /SUMISIÓN

Una de estas pseudosoluciones es el amor. El sentimiento es: "Si tan sólo me amaran, todo estaría bien." En otras palabras, el amor supuestamente resolvería todos los problemas. No hace falta decir que las cosas no son así, especialmente si se considera la forma en que este amor debería ser dado. En realidad, una persona desequilibrada que adopta semejante solución apenas y puede experimentar el amor. Con el fin de recibirlo, esa persona desarrolla varias tendencias y patrones típicos en su comportamiento interno y externo así como en sus reacciones que la hacen aún más débil de lo que ya es.

Va tomando cada vez más características que borran su personalidad a fin de obtener amor y protección, los cuales parecen ser la única promesa de seguridad en contra del aniquilamiento. Así esas personas se someten a las exigencias reales o imaginarias de los demás, rebajándose y arrastrándose hasta el punto de vender su alma con tal de recibir aprobación, simpatía, ayuda y amor.

Esas personas inconscientemente creen que la autoafirmación y la expresión abierta de sus deseos y necesidades equivale a amenazar el único valor que hay en la vida: el de ser cuidado como un niño, no necesariamente en términos financieros, sino emocionales.
Esas personas presentan ante la otra gente una imperfección, un desamparo y una sumisión que no son genuinas. Utilizan esas falsas debilidades como un arma y como medio para ganar y dominar la vida.

Para evitar que la falacia sea descubierta, esas tendencias se incorporan a la autoimagen idealizada. Así logran creer que esas tendencia son prueba de su bondad, de su santidad y de su falta de egoísmo. Cuando se "sacrifican" para poseer a un protector fuerte y amoroso, se sienten orgullosos de su capacidad para
sacrificarse generosamente. Como son orgullosos de su "modestia", nunca dicen tener conocimientos, logros ni fuerza.
Así es como tratan de forzar a los otros a sentir amor por ellos y a protegerlos. Hay muchos, muchos aspectos de esta pseudosolución. Es necesario realizar el doloroso esfuerzo de encontrarlos mediante el trabajo que están realizando ustedes. No es fácil detectarlos pues estas actitudes están profundamente incrustadas en la persona y parecen haberse convertido en parte de su naturaleza "amorosa".

Más aún, a menudo pueden ser racionalizados y considerados como necesidades reales. Por último, siempre son frustradas por las tendencias opuestas de otras pseudosoluciones que también están siempre presentes en el alma, aunque no sean predominantes. Del mismo modo, los otros tipos que usan pseudosoluciones encontrarán aspectos de sumisión en su psique.
El grado en el cual esta pseudosolución es predominante varía en cada individuo. Lo mismo que el nivel en el cual esta compensado por las otras "soluciones".
La persona que tiene una actitud predominantemente sumisa tendrá relativamente mas dificultades en encontrar el orgullo que hay en sus actitudes. El orgullo de los otros tipos vive relativamente en la superficie.

Los otros tipos pueden estar orgullosos de su orgullo, pueden estar orgullosos de su agresividad y de su cinismo, pero una vez que lo han visto, ya no pueden cubrirlo con "amor", "modestia" o con cualquier otra actitud "santa". El tipo sumiso tiene que observar estas tendencias con ojos muy perceptivos con el fin de descubrir cómo las ha idealizado. Puede haber una reacción de crítica distante y de desprecio hacia las personas que son asertivas, aunque sea de manera sana y no como resultado de la agresividad que surge de su distorsión del poder.

El tipo sumiso puede, simultáneamente, admirar y envidiar la agresión que desprecia
en los demás, a pesar de sentirse superior en "desarrollo espiritual" o en "ideales éticos" y puede astutamente pensar o decir: " Si al menos pudiera ser así, avanzaría mucho en la vida." Al hacer eso , sin embargo, esa persona exagera la "bondad" que le impide obtener lo que la gente "menos buena" sí gana.

El orgullo del mártir sacrificado hace difícil descubrir lo que hay bajo la superficie. Sólo una comprensión sincera de la naturaleza de estas motivaciones puede revelar el egoísmo fundamental y el egocentrismo que hay en esta actitud, tanto como en las otras actitudes ligadas a las pseudosoluciones.

El orgullo, la hipocresía y la falsedad están presentes en todas ellas cuando se han incorporado en la autoimagen idealizada. El tipo sumiso tendrá mayores dificultades para encontrar el orgullo, a la vez que el tipo agresivo tendrá mayores dificultades para encontrar la falsedad.
Este segundo tipo pretende tener cierta "honestidad" en ser despiadado, cínico e
interesado en su propio provecho.

La necesidad de amor protector tiene cierta validez en el caso del niño, pero si se mantiene en la edad adulta ya no es así. En esta búsqueda de amor hay un elemento de:
"Tengo que ser amado para poder creer en mi propio valor. Entonces estaré dispuesto a devolver el amor." A fin de cuentas es un deseo egoísta. Los efectos de toda esta actitud son graves.
La necesidad de ese amor y de dependencia de hecho lo hace a uno desamparado. No cultivas en ti mismo la facultad de pararte en tus propios pies. En cambio, usas toda tu fuerza psíquica para vivir ese ideal de ti mismo que fuerza a los demás a satisfacer tus necesidades.

En otras palabras, te sometes para lograr someter a los demás, te sometes para dominar, aunque esa dominación deba siempre manifestarse a través del suave y débil desamparo.

No es sorprendente que la persona sumida en esa actitud se aleje de su ser real. El verdadero ser debe ser negado, pues su afirmación parece brusca y agresiva. Eso debe ser evitado a toda costa.
Pero la humillación que se impone al individuo con esa autonegación tiene como efecto el autodesprecio y el autodisgusto. Dado que esto es doloroso, además de ser contradictorio con la autoimagen idealizada que recomienda borrarse a uno mismo como la virtud suprema, debe ser proyectado hacia los demás. Esos sentimientos de disgusto y resentimiento hacia los demás a su vez contradicen los ideales del ser idealizado.
En consecuencia, también ellos deben ser escondidos. Este doble ocultamiento provoca una inversión y tiene repercusiones muy serias en la personalidad, lo cual se manifiesta en síntomas físicos de todo tipo.

La ira, la furia, la vergüenza, la frustración, el autodesprecio y el odio de uno mismo existen por dos razones.

Primero, existen como resultado de la negación del verdadero ser y por la humillación de que se impida ser lo que uno es. Entonces se cree que el mundo impide la autorealización y abusa y se aprovecha de su "bondad". Eso es una falsa proyección.

En segundo lugar, existen porque uno no puede vivir a la altura de los dictados del ser idealizado "amoroso", los cuales dicen que uno nunca debe tener resentimiento, sentir
desprecio o disgusto, culpar a los otros o encontrarles defectos, etcétera. Como resultado, uno no es tan "bueno" como debería.
Éste es un breve esquema de la persona que ha escogido como solución única el "amor" con todas sus subdivisiones de compasión, comprensión, perdón, unión, comunicación, hermandad y sacrificio, como una solución rígida y unilateral. Ésta es una distorsión del atributo divino del amor.

La autoimagen idealizada de este tipo tendrá esos ideales y dictados. Uno debe siempre permanecer en segunda fila, nunca afirmarse a sí mismo, siempre rendirse, nunca encontrar defectos en los otros, amar a todo el mundo, nunca reconocer sus
propios valores ni logros, etcétera. Superficialmente, esto parece ser un cuadro muy santo, pero, amigos míos, no es más que la caricatura del verdadero amor, la comprensión, el perdón o la compasión. El veneno de la motivación subyacente distorsiona y destruye lo que podría ser genuino.

PODER / AGRESIVIDAD

En la segunda categoría encontramos al buscador de poder. Esta persona piensa que el poder y la independencia respecto de los demás resolverá todos los problemas. Este tipo, al igual que los otros, puede presentar muchas variaciones y subdivisiones. Puede ser predominante o estar subordinado a una o a las otras dos actitudes. El este caso el niño en crecimiento cree que la única manera en la que podrá estar seguro es
volviéndose tan fuerte e invulnerable, tan independiente y carente de emociones, que nada ni nadie podrá tocarlo.
El siguiente paso consiste en suprimir todas las emociones humanas. Pero cuando, a pesar de todo, salen a la luz, el niño se siente profundamente avergonzado y considera que son un signo de debilidad, ya sea real o imaginaria. El amor y la bondad también serían considerados como debilidad e hipocresía, no sólo en sus formas distorsionadas como en el caso del tipo sumiso, sino también en su forma real y sana.
La calidez, el afecto, la comunicación y la generosidad son todos considerados como algo despreciable y siempre que surge la sospecha de un impulso de ese tipo, el tipo agresivo se siente tan avergonzado como el tipo sumiso se siente avergonzado del resentimiento y de las cualidades autoafirmativas que merodean en su interior.

La orientación hacia el poder y la agresividad se pueden manifestar de muchas formas y en muchas áreas de la vida y de la personalidad. Puede que se dirija principalmente hacia los logros, en este caso la persona con orientación hacia el poder compite siempre tratando de ser mejor que todos los demás. Cualquier competencia
la resiente como una afrenta a la exaltada posición que se necesita en esta solución particular. O puede ser una actitud más general y menos definida en todas las relaciones humanas.
Un cultivo artificial de cierta rudeza no menos falsa que el suave desamparo de la persona sumisa, hace del tipo orientado hacia el poder una persona igualmente deshonesta e hipócrita, ya que también ella necesita del calor humano y del afecto y sin ellos sufre por el aislamiento.
Como no admite el sufrimiento, este tipo es tan deshonesto como los otros.
Esta autoimagen idealizada especial dicta estándares de perfección cuasi divina en lo que se refiere a la independencia y el poder.
Dado que cree en la total autosuficiencia, esa persona no siente la necesidad de nadie, contrariamente a los simples seres humanos que sí la sienten. Tampoco reconoce la importancia del amor, de la amistad y de la ayuda.
El orgullo de esta imagen es muy obvio, pero la deshonestidad es más difícil de detectar, pues este tipo se esconde detrás de la racionalización de cuan hipócrita es el tipo "bonachón".

Ya que esta autoimagen idealizada exige un poder y una independencia respecto de los sentimientos y de las emociones humanas que ningún ser humano es capaz de tener, constantemente se hace evidente que la persona no puede vivir de acuerdo con los estándares de este ser ideal. Semejante "fracaso" sume a la persona en momentos de depresión y autodesprecio que, una vez más, tienen que ser proyectados hacia
la demás con el fin de permanecer ajeno al dolor que implica esta forma de autocastigo.
La incapacidad para ser lo que exige la autoimagen idealizada tiene este efecto. Si se analizan detenidamente las exigencias de cualquier autoimagen idealizada encontraremos siempre la omnipotencia.

Sin embargo, estas reacciones emocionales son tan sutiles y escurridizas y se encuentran tan cubiertas por conocimientos racionales que sólo necesita una mirada muy dolorosa sobre cierta sentimientos, en ciertas ocasiones, para alcanzar la
conciencia de toda esta situación. Sólo el trabajo que estás haciendo puede mostrar la forma en que estas actitudes existen dentro de ti. Son mucho más fáciles de encontrar cuando hay un tipo especialmente dominante dentro de uno. En la mayoría de los casos, sin embargo, las actitudes están más ocultas y en conflicto con las de los otros dos tipos.

Otro síntoma importante del tipo agresivo, quien piensa que el poder es la solución, es una visión artificialmente cultivada de "Lo malo que son el mundo y la gente". La persona que busca pruebas de esa visión negativa encuentra confirmaciones abundantes y se siente orgullosa de ser "objetiva" y lo contrario de
crédula —lo cual le sirve como razón para que nadie le guste. En este caso la imagen idealizada dicta que el amor está prohibido.
Amar o, en ciertas ocasiones, mostrar su propia naturaleza auténtica es una grave violación de la autoimagen idealizada y conlleva una profunda vergüenza.

En el caso opuesto, el tipo sumiso se enorgullece de amar a todo el mundo y de considerar que todos los seres humanos son buenos. Esa visión es necesaria para mantener y desarrollar la actitud sumisa. En realidad, la persona de ese tipo no se
preocupa en lo más mínimo de si los demás son buenos o malos mientras lo amen, aprecien, aprueben y protejan. Toda evaluación de los demás depende de eso, sin importar si es posible "explicarlo".

Dado que toda la gente tiene tanto virtudes como defectos se puede identificar a estas dos visiones de acuerdo con la actitud prevaleciente de la otra persona frente a quien es sumiso.
Quien busca el poder nunca puede fallar en nada. Al contrario de la persona sumisa quien valoriza el fracaso, pues es el medio para probar el desamparo con el cual fuerza a los otros a darle amor y protección, el que busca el poder se enorgullece de nunca fallar en nada.
En ciertas combinaciones de las pseudosoluciones el fracaso puede estar permitido porque en un área determinada la actitud prevaleciente puede ser la de sumisión. Igualmente, el tipo sumiso puede en ciertos casos recurrir a la solución del poder. Ambos son igualmente rígidos, irrealistas eirracionales.

Cualquiera de estas "soluciones" es una fuente constante de dolor y de desilusión en relación al ser y, por ende, conlleva una enorme falta de respeto por uno mismo.
Antes dije que siempre se encuentra una mezcla de las tres "soluciones" en una persona, aunque una sea predominante. Así pues, la persona no puede ni siquiera obedecer completamente a los dictados de la solución escogida.

Aun si fuera posible no fallar nunca o amar a todo el mundo, o ser completamente independiente de los demás, eso se vuelve cada vez más imposible cuando los dictados de la imagen idealizada de uno mismo, simultáneamente, exigen amar y ser amado por todos al tiempo que se les domina.

Para alcanzar esa meta se tiene que ser agresivo y a menudo despiadado. Una autoimagen idealizada puede entonces exigir simultáneamente que una persona sea, por un lado, siempre generosa, con el fin de obtener amor y, por el otro
lado, que sea completamente indiferente y distante de todas las emociones humanas para no ser molestada.

¿Puedes imaginar el tamaño del conflicto que esto implica para el alma? ¡Cuan desgarrada debe estar esa alma! Cualquier cosa que haga está mal y provoca culpa, vergüenza, imperfección y, por lo tanto, frustración y autodesprecio.
 
SERENIDAD/RETRAIMENTO

Consideremos ahora el tercer atributo divino, la serenidad, que al ser escogido como
solución necesariamente se distorsiona. Originalmente, una persona puede haber estado tan desgarrada entre los dos primeros aspectos que tuvo que encontrar una salida recurriendo a un retraimiento o distanciamiento de los problemas internos y, por lo tanto, de la vida misma.

Debajo de ese distanciamiento. O falsa serenidad, esa alma esta aún desgarrada en dos, pero ya no se da cuenta de ello. Se ha construido una fachada tal de
falsa serenidad que, mientras las circunstancias de la vida lo permitan, la persona está convencida de haber alcanzado la verdadera serenidad. Pero en cuanto las tormentas de la vida la tocan, en cuanto los efectos del rabioso conflicto subyacente salen a flote, inmediatamente se ve cuan falsa era esa serenidad.
Comprobando que en realidad estaba construida sobre la arena.

El tipo retraído y el buscador de poder parecen tener algo en común: indiferencia respecto de sus emociones, desapego respecto a los otros y una fuerte necesidad de independencia. No importa cuánto puedan parecerse las motivaciones emocionales subyacentes —temor de ser herido y decepcionado, miedo de depender de
los demás y por tanto sentirse inseguro—los dictada de la autoimagen idealizada de estos dos tipos son muy diferentes.

Mientras que el buscador de poder se deleita con la hostilidad y un espíritu de lucha agresiva, el tipo retraído es completamente ajeno a esos sentimientos, y cada vez que salen a la luz se espanta porque violan los dictados de la solución del retraimiento.

Esos dictados son: "Debes mirar benévolamente y desapegadamente a todos los seres humanos, conociendo sus debilidades y sus cualidades, pero sin molestarte o dejarte afectar por cualquiera de ellas." Esto, de ser verdadero, sería realmente la serenidad.

Pero no existe ningún ser humano que llegue a ser tan sereno, de modo que tales exigencias son irreales e irrealizables. También incluyen el orgullo y la hipocresía: orgullo porque ese desapego parece más bien propio
de dioses en su justicia y objetividad.

En realidad la visión que uno puede tener puede estar tan coloreada por lo que el piensa, como es el caso del tipo sumiso. Pero dado que es demasiado orgulloso como para admitir que una persona exaltada puede ser tocada por esas debilidades humanas, la persona de este tipo trata de alzarse por encima de todo ello. Pero eso no es posible.
Y dado que este tipo es tan dependiente de los demás como los otros dos, la deshonestidad es exactamente la misma. Y puesto que la serena independencia de este tipo no es verdadera y no puede serlo jamás mientras estemos hablando de un ser
humano, semejante persona se quedará corta frente a las exigencias y los dictados de la autoimagen
idealizada que le hacen ser tan autodespreciativa, tan culpable y tan frustrada como los otros dos tipos cuando no logran llenar sus respectivas exigencias.

Estos tres tipos principales han sido esquematizados de manera muy breve y general. De acuerdo con la fuerza, la intensidad y la distribución de estas "soluciones" la tiranía de la autoimagen idealizada se manifiesta de una manera particular. Todo esto debe ser descubierto en el trabajo personal. Nunca debe olvidarse que
estas actitudes surgidas del ser idealizado difícilmente pueden describir la totalidad de una persona.
La actitud puede estar presente de una manera más intensa, en ciertas áreas de la vida y de la personalidad, y de manera más suave en otras o incluso no aparecer para nada en ciertas facetas de la vida.
La parte más importante de este trabajo consiste en sentir las emociones, en experimentarlas sinceramente. Es imposible deshacerte de la imagen idealizada que te prohibe vivir, si miras y observas lo que hay en ti de manera distanciada, con tu intelecto.
Tienes que alcanzar una conciencia clara de estas tendencias contradictorias y eso será doloroso.

LA NECESIDAD DEL CRECIMIENTO EMOCIONAL

Las tendencias escondidas, se vuelvan conscientes, para que las puedas utilizar para tu análisis. De otro modo no podrías disolver la superestructura de tu tirano, de tu autoimagen idealizada y todo el daño innecesario que te hace.

Estás tan condicionado por las reacciones emocionales a las que te has acostumbrado, estás tan envuelto en ellas, que no puedes ver lo que está justo frente a tus ojos. En tu búsqueda de nuevos descubrimientos de lo oculto pasas por alto tus reacciones emocionales, aparentemente poco importantes ante ciertas situaciones,
nada más porque se han vuelto parte de ti mismo.
Pero una vez que les pongas atención, precisamente esas reacciones emocionales son las que te darán la clave. Esto seria imposible si no te molestara nada. Sin
embargo, la molestia tiende a salir a la luz para que en ese momento la puedas resolver,el dolor que siempre ha estado en ti, aunque oculto, y en contra del cual te "protegiste" culpando de su presencia a los demás, a la vida y al destino, se convertirá en una experiencia consciente que definitivamente necesitas.

A primera vista esto parecerá una recaída y pensarás que estás aún peor que antes de haber empezado con este trabajo. Pero no es así. Es precisamente tu avance lo que permite que esas emociones, anteriormente escondidas salgan a la luz.

Así que, amigos míos, deben comenzar a ver sus emociones bajo esta luz. Entonces se darán cuenta de cuan imposibles son las exigencias que su autoimagen idealizada les impone. Verán que es ella y no Dios, no la vida o la otra gente, lo que les exige todo eso. También empezarán a ver que esas exigencias de su ser los
hacen necesitar a otras personas para soportarlas, y por eso exigen inconscientemente que los demás les den algo imposible. Así que son mucho más dependientes de lo necesario, a pesar de su lucha hacia una distorsionada independencia ya sea del tipo agresivo o retraído.

También es necesario que encuentres las causas y efectos de estas condiciones. Verás tu vida, al igual que tus problemas presentes y pasados, con una nueva mirada. Comprenderás que has creado muchos, si no es que todos esos problemas, simplemente debido a tu "solución".
No basta con entender intelectualmente que mientras más te involucras en las pseudosoluciones menos se puede manifestar tu ser real. Es algo que tienes que experimentar. Y esa experimentación llegará si dejas que
tus emociones salgan a la luz y trabajas con ellas.

Sólo entonces podrás empezar a percibir el valor intrínseco de tu verdadero ser. Sólo entonces será posible abandonar los falsos valores de tu ser idealizado. Es un
proceso doble: al permitirte ver los falsos valores, no importa cuan doloroso sea ese proceso, tus valores reales gradualmente emergerán para que ya no necesites los falsos.

Al principio es doloroso desenrollar todo este proceso, pues uno debe experimentar agudamente emociones como la ansiedad, la frustración, la culpa, la vergüenza y otras. Pero a medida que avanzas valerosamente obtendrás una visión muy diferente de todo.
Al final empezarás a ver a tu verdadero ser por primera vez. Verás sus limitaciones. Eso al inicio te espantará porque esas limitaciones están muy alejadas del ser
idealizado. Pero a medida que aprendas a hacer esto, empezarás a ver valores que nunca habías visto o de los que no tenías conciencia.
Entonces un sentimiento de fuerza y confianza en ti mismo te permitirá ver tanto
a la vida como a ti mismo de una manera diferente. El proceso de crecer hacia tu ser real se irá dando gradualmente dentro de ti.

Fortalecerá tu verdadera independencia y no una falsa, para que el ser apreciado
por los demás no sea la medida de tu propio sentido de valía. La valorización que los otros hagan de ti asume una enorme importancia sólo cuando tú mismo no te evalúas honestamente. Así que esa valorización sólo sirve como sustituto.

Conforme empiezas a confiar en tu propio ser y a creer en él, lo que piense la otra gente sobre ti no tendrá ni la mitad de la importancia. Te sentirás seguro dentro de ti mismo y ya no necesitarás construir valores falsos con orgullo y patrañas. Ya no dependerás de un ser idealizado que en realidad no es digno de confianza pues te debilita.

La libertad de dejar caer esa carga no puede ser descrita con palabras.

Pero se trata de un largo proceso, amigos míos. No llega de un día para el otro. Proviene de una sólida búsqueda de uno mismo y del análisis de tus problemas, de tus actitudes y de tus emociones.
A medida que avanzas de esa manen tu ser real, sus valores y capacidades evolucionarán a lo largo de un proceso de crecimiento interno y natural.

Tu individualidad se hará más y más fuerte, tu naturaleza intuitiva se manifestará
sin inhibiciones, con una espontaneidad confiable y natural. Así es como sacarás el máximo provecho de tu vida. No sin defectos, o siendo ajeno a todas las fallas, o excluyendo la posibilidad de cometer errores. Sin embargo, las fallas y los errores serán cometidos de una manera diferente a la de antes.

Cada vez más combinarás las actitudes divinas del amor, el poder y la serenidad de una manera sana, y no de una manera distorsionada.

El amor no será el medio para alcanzar un fin. No será una necesidad que te salva de ser aniquilado. Dejará de ser egocéntrico. Tu capacidad de amar se combinará con el poder y la serenidad. O, para decirlo de otro
modo, te comunicarás con amor y comprensión siendo verdaderamente independiente. El amor, el poder y la
serenidad no serán usados para darte el respeto por ti mismo del cual careces.

El amor genuino y no egocéntrico ya no interferirá con un poder sano, el cual no es el poder del orgullo y del reto, ni el poder de triunfar sobre los demás, sino el poder de dominarte a ti mismo y a tus dificultades sin probarle nada a nadie.

Cuando buscas el dominio distorsionando el atributo del poder, lo haces con el fin de probar tu superioridad.
Cuando alcanzas el dominio mediante el poder sano lo haces con el fin de crecer. No tener el dominio en ciertas ocasiones, no representará una amenaza como en su versión distorsionado.
No disminuirá tu valor ante ti mismo. Entonces crecerás verdaderamente con cada experiencia vital.

Aprenderás, alcanzarás metas y obtendrás un poder real, no uno falso. No habrá ninguna ambición distorsionada, ninguna compulsión o apresuramiento.

La serenidad en su forma sana no te hará esconderte de tus emociones, de la vida, de la experiencia y de tus propios conflictos.
El amor y el poder en sus formas divinas originales te darán un sano desapego al verte a ti mismo para que realmente te vuelvas más objetivo.
La verdadera serenidad no consiste en evitar las experiencias y las emociones que pueden ser dolorosas en el momento, pero que pueden darte una
clave importante cuando tienes el valor de pasar por ellas y descubrir lo que hay detrás.

El amor, el poder y la serenidad pueden caminar en armonía. De hecho, cuando cada uno de ellos es sano, se complementan uno al otro. Pero pueden provocar la peor guerra dentro de ti si están distorsionados.

Que estas palabras les den nuevamente alimento, no sólo para sus futuras reflexiones, sino para su comprensión más íntima. Que con esto logren dar un nuevo paso hacia la luz y la libertad.

Continúen hacia su camino de felicidad. Obtengan más y más fuerza y dejen que sus bendiciones y su amor les ayuden y les den vigor. Benditos sean, queridos amigos. Vayan en paz. Vayan con Dios.
 
 

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